miércoles, 27 de agosto de 2008

EL PROPÓSITO DEL JUICIO


Alguien describió una vez el juicio, no como un momento cuando Dios decide aceptarnos o rechazarnos, sino como la ocasión cuando Dios da por terminada nuestra elección en cuanto a si realmente lo hemos aceptado o rechazado. Nos conviene pensar y obrar consecuentemente a este aserto.
El evangelio y el juicio final son inseparables en las Sagradas Escrituras; en realidad, el evangelio alcanza su consumación en el juicio.
Entre los objetivos del juicio están:
1. Revelar la verdad acerca del pueblo de Dios. El juicio presupone una incertidumbre que será resuelta mediante una investigación, una evaluación de las evidencias, y un veredicto final en el cual, en el ámbito cósmico, los fieles de Dios serán vindicado (Daniel 7:22).
2. Revelar la justicia y el amor de Dios. El juicio no informa a Dios acerca de quién es perdonado o quién es culpable; más bien revela la justicia y el amor de Dios ante el universo que observa. El juicio es un evento público que informa acerca de la integridad de Dios como Juez de la Tierra (Romanos 3:4; Salmo 51:4).
3. Restaurar la armonía en el Universo. Un elemento de falta de armonía fragmenta el Universo como resultado del conflicto entre el bien y el mal. El juicio final restaura la armonía, recompensando a los perdonados y acabando con la presencia del mal en el cosmos, limpiándolo del pecado. Entonces se consumará la obra de salvación de Dios mediante Cristo (Apocalipsis 11:15-18).
4. Obligar a todos los seres humanos y a los poderes del mal a asumir la responsabilidad por sus actos. Confrontados con la evidencia reunida por el tribunal divio, cada criatura tendrá que reconocer la justicia del veredicto de Dios contra ella. Los que aceptan a Cristo como su Salvador reconocen que, aunque merecen la muerte eterna, en cambio, sólo por medio de la gracia de Cristo, se les ha dado vida eterna. Todos los impíos aceptarán que merecen morir eternamente y, en el juicio, reconocerán la justicia del veredicto divino contra ellos (Filipenses 2:9-11).
5. Motivar el crecimiento espiritual personal. El juicio final nos invita a perseverar en la vida cristiana; demanda una confianza total en Cristo. El juicio no hace incierta nuestra salvación; más bien, reafirma su certeza sólo por los méritos de Cristo (Romanos 8:1).

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