domingo, 20 de enero de 2008

YA ESTAMOS EN 2008, Y ¿AHORA, QUÉ?

He pasado unas semanas "fuera de combate", el acoso de la gripe y sus secuelas me tiene, todavía, postrado y débil físicamente. Sin embargo, he ganado en tiempo para reflexionar sobre asuntos muy importantes, entre ellos y como el que más: cuál es el estado de mi relación con Dios hoy.
Han pasado muchos años desde que conocí y me adherí a la Iglesia (fue en 1985); durante este tiempo he visto marchar de ella a muchos miembros "dolidos" por el trato recibido o las atenciones no recibidas por parte de los pastores, ancianos y oficiales de la iglesia local; incluso alguien se fue porque había tenido un malentendido con otro hermano/a.
Nunca, al menos que se sepa, nadie abandonó esta Iglesia local por discrepancia con las creencias bíblicas que son base de ella: Cristo, en primer lugar y todo su testimonio revelado en la Palabra de Dios; ni tampoco he conocido quien mostrara rechazo a los consejos que dimanan de la experiencia y testimonio de nuestros pioneros. Entonces me planteo que, o bien no comprendieron, aunque dijeron conocer y aceptar la Palabra como guía, o bien no se les fue presentado el contenido íntegro de nuestra fe y que, transcurrido algún tiempo han conocido, y no han querido o podido aceptar, considerando que era mucho, demasiado, lo que el Señor reclama para sí de sus discípulos.
Me pregunto si es que no se les presta una atención continuada a los recién conversos, me pregunto cómo "forzar" el hábito de la lectura y estudio con oración de la biblia y los Testimonios, me pregunto si yo mismo, ya que tengo estas impresiones, hago cuanto puedo por animar y ayudar a los que están débiles en la fe, que vacilan en darse plenamente...

"Cristo, el pastor principal, ha confiado el rebaño a sus ministros como subpastores; y les manda que tengan el mismo interés que él manifestó, y que sientan la misma santa responsabilidad por el cargo que les ha confiado. Les ha mandado solemnemente ser fieles, apacentar el rebaño, fortalecer a los débiles, animar a los que desfallecen y protegerlos de los lobos rapaces.

"El apóstol Pedro amonesta a los subpastores: "Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, teniendo cuidado de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino de un ánimo pronto; y no como teniendo señorío sobre las heredades del Señor, sino siendo dechados de la grey." Y Pablo dice: "Por tanto mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual ganó por su sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al ganado." (1 Ped 5: 2, 3; Hech. 20: 28, 29.)

"Aprended de mí -dijo Cristo-, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mat. 11: 29). El Señor instruirá a los que acudan a él en busca de conocimiento. En el mundo hay una multitud de maestros falsos. El apóstol declara que en los últimos días los hombres, "teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros" (2 Tim. 4: 3), porque quieren escuchar cosas halagüeñas.

"Acerca de ellos Cristo amonestó: "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis" (Mat. 7: 15). Los maestros religiosos que se describen aquí profesan ser cristianos. Poseen una apariencia de piedad y aparentan trabajar por el bien de las almas. . . Están en conflicto con Cristo y sus enseñanzas, y se hallan destituidos de su espíritu manso y humilde. . .

"Se le revelaron al apóstol los peligros que iban a asaltar a la iglesia de Efeso. "Porque yo sé ­ dijo ­ que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al ganado; y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para llevar discípulos tras sí." Pablo temblaba por la iglesia cuando, al pensar en el futuro veía los ataques que iba a sufrir de enemigos exteriores e interiores. Aconsejó solemnemente a sus hermanos que guardasen vigilantemente su sagrado cometido. Como ejemplo, mencionó sus incansables trabajos entre ellos: "Por tanto, velad, acordándoos que por tres años de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.

"Hay en la iglesia hombres y mujeres sin consagración ni conversión, que piensan más en mantener su propia dignidad y sus propias opiniones que en la salvación de sus semejantes; y Satanás obra por medio de ellos para crear dificultades que consuman el tiempo y la labor del ministro, y como resultado se pierden muchas almas.

"Mientras los miembros de la iglesia están divididos en sus sentimientos, sus corazones son duros y no se los puede impresionar. Los esfuerzos del ministro son como golpes dados sobre hierro frío, y cada partido se empecina más que antes en su propio camino. El ministro se ve colocado en una situación nada envidiable; pues aunque decida con la mayor prudencia, su decisión desagradará a alguien y se fortalecerá así el espíritu banderizo".

Disponemos de un himno, magnífico, que nos hace sentir en verdad la clave de la solución a estos problemas:
"Amémonos, hermanos".

Y esto es todo por hoy, meditemos y si podemos hacerlo hagamos una seria reflexión de nuestra relación con Dios que también se manifiesta con la que mantengamos con los hermanos/as.