Los Adventistas del Séptimo Día siguen un enfoque historicista de las profecías. ¿Cómo podría ser de otro modo? Dios habla en el lenguaje de la humanidad, y nuestro lenguaje es el del tiempo y su expresión continuada. La Biblia bosqueja la forma en que Dios trató con la humanidad en lo pasado, y cómo en estos (últimos ) días concluirá la batalla contra el pecado y en favor de la redención de la humanidad.
Es fascinante rastrear cómo, desde los comienzos de la era cristiana y a lo largo del desarrollo de la civilización occidental, la percepción de lo apocalíptico a menudo fue teñida por los acontecimientos seculares. Las plagas de la Edad Media se vieron en el marco de los castigos del Apocalipsis. La Reforma no puede separarse de una comprensión muy acrecentada de las profecías de Daniel y el Apocalipsis. En la guerra civil británica de mediados del siglo XVII, uno de los grupos principales se llamaba "los hombres de la quinta monarquía", que luchaban por iniciar el quinto y último reino de Dios, presentado en Daniel 2.
La fundación de los Estados Unidos a menudo se considera como un cumplimiento de la profecía y del próximo cumplimiento del Apocalipsis. Ese sentido de destino profético y cumplimiento bíblico es muy evidente en el famoso "Himno de batalla de la República" escrito durante la guerra civil norteamericana. Durante el apogeo de la guerra fría, el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, a menudo recurrió a las imágenes del Apocalipsis al hablar de la batalla contra el comunismo en términos bíblicos.
Hemos pasado el pánico internacional que presagió el cambio de milenio, y más recientemente los atentados sucedidos en Nueva York y Washington. Si no hizo otra cosa, nos mostró la paranoia latente que puede producir un análisis erróneo del Apocalipsis.
Hubo más de 24.000 sitios en la web (y hoy hay más) dedicados a discusiones sobre el tiempo del fin. Ciertamente ésta es una oportunidad sin paralelo hasta hoy para que los adventistas del séptimo día presentemos las profecías en un contexto redentor.
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