Entender el evangelio tal como la Biblia lo presenta significa conocer el poder salvador de Dios. En esta época cuando los falsos evangelios abundan en una variedad tan creciente como los aromas de los perfumes o los sabores de los caramelos, es bueno volver a las raíces bíblicas, a la manera en que Dios nos introduce en un compañerismo pleno consigo mediante la obra expiatoria de Jesucristo; nuestro Salvador crucificado, resucitado e intercesor. No se trata de un proyecto del tipo "hágalo Vd. mismo", sino de uno de completa sumisión a Cristo como nuestro Salvador, y de unión con él como nuestro Señor. Los mensajes finales de las Escrituras no sólo disipan las brumas y las nubes de error, sino que revelan el imperecedero esplendor del evangelio en su pureza no adulterada.
El evangelio presenta infinitamente más que la teoría de la salvación. Nos revela a un Salvador viviente, quien nos habla por medio de su Palabra para señalarnos el camino de la vida.
La Palabra de Dios opera efectivamente para la salvación de todos aquellos que son receptivos a ella. La gloria del evangelio es de naturaleza múltiple porque revela la benevolencia del carácter de Dios y la maravillosa profundidad, diversidad y efectividad de su amor salvador. Es la fuente de vida y gracia para las almas sedientas y golpeadas por el pecado. Es la manifestación del amor abnegado de Dios, administrado por medio de Jesucristo al mundo entero; no sólo nos ofrece perdón, sino también justificación y purificación, facilitando poder poner en práctica la voluntad de Dios de todo corazón.
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