martes, 28 de abril de 2009

UNA ASOMBROSA REGENERACIÓN- 4


La tierra nueva, santa y feliz

"Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, y el mar ya no existía más" (Apocalipsis 21:1).
"Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.  Y no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron" (v. 4).

Juan quizá quiso destacar que los cielos nuevos y la tierra nueva serán creados con los elementos purificados de los cielos antiguos y de la antigua tierra, y que por lo tanto serán nuevos en calidad, diferentes.  Los cielos nuevos y la tierra nueva son, pues, una re-creación, una formación nueva hecha con elementos que existen, y no una creación de la nada. 

Lo que era perfecto cuando salió de las manos del Creador, que fue calificado como "bueno en gran manera" (Gén. 1: 31), ha sido terriblemente desfigurado por el pecado, y no puede permitirse que continúe así a través de la eternidad.

Los mares como los conocemos ahora no existirán en la nueva creación.  Algunos insisten en que este "mar" simboliza a pueblos, naciones y lenguas; pero si así fuera, entonces los cielos y la tierra necesariamente tendrían que ser también simbólicos. Juan simplemente está afirmando que los cielos, la tierra y los mares ya no existirán como los conocemos ahora.
 
Juan habla de "la muerte": el principio de muerte que entró como resultado del pecado. .  Juan dice, en efecto: "esta muerte, la cual conocemos tan bien y tememos tanto, será destruida". 

¿Cómo podemos imaginarnos o describir un mundo en el cual hay perfecta armonía en esencia y en forma, cuando el único mundo que conocemos está fragmentado, es caótico y desordenado? Obviamente, nuestra experiencia en la Tierra Nueva estará lleno de todo aquello que no podemos imaginar ni concebir.
La Biblia a menudo describe el mundo nuevo diciéndonos cómo no será. Es decir, toma lo que conocemos de un mundo de pecado y lo excluye del cielo; de este modo, la Tierra Nueva es un lugar donde no habrá muerte, ni clamor ni dolor. No habrá separación, alejamiento ni angustia, porque todo eso pertenece al viejo orden del pecado, y el pecado no existirá más.

¿Cómo es que tantos no quieren, por ahora, ni pensar en habitar en semejante lugar y condición? 

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