"Y otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación" Apocalipsis 14:8.
Una radical polarización de la cristiandad, que va en busca de la solución definitiva al caso.
La cristiandad es un cuerpo de creyentes dividido, muy dividido, que es causa de gran preocupación para los líderes cristianos; por esto, algunos realizan muchos intentos y pruebas para ver de remediar esta situación, que tan poco dice en favor del llamado mundo cristiano.
Se ha impulsado con gran fuerza el movimiento ecuménico con la misión específica de conseguir el reagrupamiento de la iglesia cristiana, con la desaparición de las desavenencias y diferencias teológicas de las diferentes confesiones y grupos.Actualmente, la búsqueda de solución a terribles problemas sociales, está contribuyendo a disminuir la división de amplios sectores del mundo cristiano, propiciando una colaboración interconfesional de creyentes en torno de las ayudas y reformas sociales.
Pero la unidad no existe y la iglesia cristiana sigue, si no más, dividida como siempre. Cada día se organizan grupos nuevos y sectas, como resultado del descontento y desafección consiguiente por el desacuerdo entre los líderes religiosos.
En el contexto de esta fragmentación es que el ángel anuncia la caída de Babilonia, que significa que la comunidad cristiana está acercándose al reagrupamiento; entonces la dispersión cesará y quedará reducida a tan solo dos grupos, que serán opuestos. Ambos proclamando a Cristo como su Salvador, pero seguirán completamente separados, radicalmente separados y diferenciados, por su diferente entendimiento de la justificación por la fe, y por su diferente concepto del señorío de Cristo en la vida de la iglesia y de cada creyente.
La caída deb lleva consigo enormes peligros porque, al fin, todo el mundo se polariza, y se acoge a un mensaje falso, que se autoproclama ser cristiano, o bien se acoge al que es verdaderamente el mensaje de Cristo sin adulterar por intereses humanos. Nadie, absolutamente nadie, que viva en ese tiempo, escapará de la necesidad y obligación de una firme y definitiva decisión a favor o en contra del verdadero Señor de la vida y del universo.
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