La verdadera reverencia para con Dios es algo raro en nuestro tiempo. ¿Qué es Dios? Para muchos es simplemente poco más que una especie de "genio de la lámpara", a tener en cuenta solamente cuando hay algo o alguna cosa que se desea alcanzar o poseer, y que por nuestros propios medios resulta difícil lograr. La idea de una obediencia sencilla y consciente a Dios es casi obsoleta entre muchos de los que se llaman a sí mismos cristianos, y presumen de su libertad espiritual respecto a la ley de Dios. (Lee Lucas 6: 46).
La mayor bendición resultante del "temor reverente" es que nos impulsa a prestar más y mayor atención a Su Palabra. La Biblia promete que el amor de Dios será perfeccionado en quienes obedecen su Palabra y siguen el ejemplo de Cristo (1 Juan 2: 5,6) "El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo"
Las cosas espirituales sólo pueden ser discernidas espiritualmente; para la mente carnal, la idea de temer a Dios parece un yugo de opresión. Pero las Escrituras y la experiencia de la vida, muy al contrario, afirman: "¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!" (Salmos 31: 19).
Quienes buscan al Señor son liberados de todo temor innecesario y debilitador. Quienes temen a Dios en el sentido que la Biblia da al término "temor", reciben su sello.
Los héroes y heroínas bíblicas de la fe tuvieron una inequívoca reverencia para con Dios. Temían ofenderlo, no porque tuvieran miedo de que él se vengara, sino porque querían honrar y representar correctamente su nombre. Sabían que el primer paso en la senda de la vida es mantener la vista siempre fija en Dios, y conservar siempre su temor ante los ojos. Una vida tal se distingue por la integridad, la fidelidad, la disposición a cumplir con los deberes y un claro sentido de propósito, todo combinado con valor, visión y fe que hacen posible dar fruto para el Señor.
Las personas a las que la Biblia caracteriza como carentes de temor para con Dios, carecen también de amor, compasión, moralidad y fe espiritual.