Es muy importante, vital, que mantengamos fijos nuestros ojos en Jesús y recordemos las promesas que él hizo para ayudarnos, al acercarnos al tiempo de su venida. Es muy importante ver que nuestra esperanza está basada en más que una comprensión de las doctrinas y vislumbres proféticas. Siempre hemos de mantener fijos nuestros ojos en el divino Salvador y el poder que él ha prometido con el fin de prepararnos para la vuelta al hogar. Es sorprendente cómo tantas herejías y ataques contra la Iglesia que guarda los mandamientos de Dios y tiene la fe de Jesús, han resultado inútiles para derribarla; está fundamentada sobre una Roca firme que la sustentará hasta el momento final.
Se ha casi impuesto la idea de que la respuesta a la invitación divina a aprestarse consiste en la realización de obras meritorias. Esto está totalmente equivocado y, es la puerta de entrada a las más aberrantes y blasfemas prácticas religiosas; actos y razones inútiles para la salvación. Dios, en la persona de Jesús, ya hizo todo, solamente falta que el ser humano caído conozca y acepte, viviendo consecuentemente, esa obra del amor de Dios.
La santificación es un proceso hacia el que estamos llamados, y la perfección es la meta hacia la que se nos amonesta dirigirnos y, en verdad podemos ser perfectos en nuestra esfera como Dios es en la suya. Pero la perfección no es el tema. Llegar a ser como Cristo es lo importante: "cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo. así como él es puro"(1 Juan 3:2, 3)
Jesús, nuestro Señor y Salvador, se sacrificado en la cruz para todos los hombres; lo que está haciendo en el Santuario Celestial es para quienes aceptan su gran salvación. La cruz y el servicio sumo sacerdotal en el Santuario son fases integrales e inseparables de la infinita obra de la redención divina. En la cruz se da la ofrenda sacrificial y, en el servicio del Santuario se proporciona la aplicación del sacrificio al alma arrepentida.
¿Permitiremos, hombres y mujeres a quienes Dios ha bendecido con una gran luz, ser desviados por las mentiras del enemigo de Dios? ¿No será mejor levantarnos y sacudirnos el peligroso letargo mundano que nos arrulla para dormir en la falsedad de la seguridad carnal?
MARANATHA El Señor viene.